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  El abandono
 
El abandono


Ahora no tengo ya ningún deseo, a no ser el de amar a Jesús con locura (...) Tampoco deseo ya ni el sufrimiento ni la muerte, aunque sigo amándolos a los dos.. (...) Ahora sólo me guía el abandono, ¡no tengo ya otra brújula...!
 (Santa Teresa de Lisieux)

Al aprendiz de la oración contemplativa le basta saber que no debe perder el tiempo en raciocinios intelectuales, teológicos o filosóficos para comprender a ese nivel la naturaleza y los atributos de Dios. Le interesa saber que basta abrirse totalmente a Dios con gran generosidad y mucha constancia para que él, de algún modo, se le descubra. (Pedro Finkler)

Cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los caminos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros modos algunos de criatura ni sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios y a lo que es en sí. (San Juan de Cruz)

 

El alma quiere a su Dios a toda costa. Si hay que abandonarlo todo, lo abandonará todo; si perderlo todo, lo perderá todo. Dejará su manto, que después de todo no es de ella, en las manos de quienes quieran retenerla. Renunciará sin dolor a sus maneras propias de sentir, de pensar y de querer, como a un equipaje pesado y molesto. No pedirá ningún goce a nada. No pensará ya en ninguna cosa del mundo. No volverá a utilizar las ideas, sin duda justas, pero deficientísimas, que se hacía de su Dios. Se contentará con la fe. Y ya no querrá aquí abajo nada más, sino a Él y sólo a Él. (Robert de Langeac)

El mérito no consiste en hacer mucho ni en dar mucho, sino más bien en recibir, en amar mucho ... (...) ...¡... qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos. (...) Lo único que ella (Teresa) tiene que hacer es abandonarse, entregarse sin reservarse nada para sí. (...) ... mi director, que es Jesús, no me enseña a llevar la cuenta de mis actos, él me enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada, a estar contenta cuando él me ofrece una ocasión de demostrarle que le amo, pero eso se hace en la paz, en el abandono, es Jesús quien lo hace todo y yo no hago nada. (Santa Teresa de Lisieux)

 El Santo Abandono es él mismo el acto más perfecto de amor de Dios que un alma pueda producir, y vale más que mil ayunos y disciplinas. Porque quien da sus bienes por medio de la limosna, su sangre con los azotes, su alimento con el ayuno, da una parte de lo que tiene; el que da a Dios su voluntad se da a sí mismo y da todo, de suerte que puede decir: Señor, soy pobre, mas os doy todo cuanto puedo; después que os he dado mi voluntad, nada me queda que ofreceros. (San Alfonso Mª de Ligorio) 
 El verdadero paciente no mira quién le ofende, si es superior, igual o inferior; si es hombre bueno y santo, o perverso e indigno. Sino que cualquier adversidad que le venga de cualquier criatura indiferentemente, y en cualquier tiempo, la recibe de buena gana, como de la mano de Dios, y la estima por mucha ganancia. (Tomás de Kempis)

En vez de una aceptación estoica de los decretos "providenciales", de los hechos y de otras manifestaciones de la "ley en el cosmos", debemos presentarnos desnudos y sin defensas en el centro de esta realidad que nos asusta, donde estamos solos delante de Dios dependientes de su cuidado providente, en una extrema necesidad del don de su gracia, de su perdón y de la luz de la fe. (Thomas Merton)

¡Misericordia infinita de Dios! ¿Qué he hecho yo, para que así me trates? Mas ya todo acabó. Seré generoso. Seré dócil; me lleves donde me lleves, amaré lo que tú ames, incluso el vivir, si ese es tu deseo. Me abismaré en esa soledad del espíritu y del cuerpo para que en ella, como dice la canción, hagamos el nido de amores divinos; en ella me trates, me ilustres, me guíes para que en esta senda de la vida por el mundo, no me pierda y extravíe. (Beato Rafael Arnáiz)

Se puede muy bien ser pequeño hasta en los cargos más temibles, aún viviendo muchos años. Si yo muriese a los 80 años, si hubiese estado en China o en cualquier otra parte, estoy segura de que moriría tan pequeña como hoy. (Santa Teresa de Lisieux)

Tengo que saltar, para abrazarme a esa cruz bendita donde está Jesús que me espera... El salto me cuesta darlo, pero cuando miro a la otra orilla, y veo a María con los brazos abiertos y a su Hijo Jesús,que me mira y me llama con tanto amor... te aseguro que todo se me olvida. (Beato Rafael Arnáiz)

Aquí estoy ante ti, Dios mío.,.. Aquí estoy, rico en miseria y en pobreza, cobarde al máximo. Aquí estoy ante ti, que eres solo Amor y Misericordia. (P. Lemarchand, Trapense asesinado en Tibhirine).

Condúceme, Señor, por ese camino de soledades, que es el seguro, pues el no haber otros que lo crucen y siendo Tú el que guía, ¿qué hay que temer?. (Beato Rafael Arnáiz)


 




 

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